Un día más...

Hoy me pesan mucho los parpados de mis ojos, apenas y consigo mantenerlos en pie, no estoy consciente si ha pasado diez minutos o más de una hora, sentado con una postura incomoda frente a la pantalla de mi computadora observo fijamente en el buscador de google la frase “para suicidarse”, analizo con cuidado los resultados una y otra vez, una emoción invade mi ser.

De repente mi concentración es interrumpida una vez más, por la voz lejana de mi madre, que me pide que le alcance la ropa sucia de mi hermano, a lo cual respondo con un seco y casi forzado “voy”. Apenas logro levantarme, dejo la ventana de mi computadora abierta, con la intención de que alguien encuentre lo que estoy viendo.

Llego a la habitación de mi hermano observo la mesa de la entrada adornada con todos los “souvenir’s” de los diferentes sitios que ha visitado en sus viajes al extranjero, algo a lo que yo ni siquiera aspiro, dentro de su closet, hago una pausa , respiro profundo y me inclino a recoger la canasta, no se si llevar solo la ropa o la canasta completa.

Mientras tomo esa decisión, que bien podría ser una de las más importantes que tome durante mi patético día, note el particular olor del compartimento , deslizo mi mano sobre la pared, con la esperanza tal vez de apagar algo más que la luz, tomo la ropa con ambos brazos y la traslado al aplanchador del cuarto de pila.

Regrese a mi cuarto abro un nuevo tap para buscar la forma correcta de escribir “souvenir” me distraje por momento viendo fotografías de los resultados de la búsqueda, con la intención de ahorrarme la fatiga de un clic más, me dedique solo las obsérvales minimizadas.

Al poco tiempo logro distinguir las palabras de mi madre, reclamando mi presencia, no logro y no quiero saber para que me llama esta vez, probablemente para que recoja algún objeto que dejo caer de sus torpes manos, a causa de la fibromialgia, o solo para recordarme lo inútil que es mi existencia.

Cuando la tengo frente veo sus ojos llenos de tristeza, aun así logra su mirada despreciativa, quito mis ojos con repudio, “que” le respondo, y con la misma apatía recibo una nueva tarea.

Maldiciendo mi suerte, finalizo mi deber por la vía más rápida, no me gusta el exterior, vuelvo pronto a mi refugio, anclado a mi silla de escritorio reviso las notificaciones, y veo las fotos de lo feliz que es la gente.

Busco algo barato, alguien con urgencia, merodeo los lugares más oscuros buscando sensaciones fuertes, algo que me haga sentir parte de todo lo que me rodea.

El teléfono interrumpe mi paz interior constantemente, con un pesado y amargado “Alo”, le dejo claro al interlocutor que no tengo el mínimo deseo de entablar conversación quiero terminar rápidamente con esto, hasta responder el teléfono se vuelve una desgracia.

Cada minuto pesa más que el anterior, deseando que se acabe el día pronto, con la llegada de la tarde el calor aumenta la sensación de desdicha, alarga los segundos da la sensación que la aguja del reloj de pega. El sueño me consume, me acuesto observo la pared lisa de mi cuarto, como si algo magnifico fuera a nacer de ella.

tal vez hoy tenga suerte, tal vez hoy si logre cruzarme, mañana abra más tiempo para buscar en internet, todo tiene que quedar bien planeado.

Llega la noche y todo se hace más largo y consistente, que tipo de porno iré a ver hoy me pregunto mientras mis ojos se cierran en un eterno cansancio.


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